lunes, 30 de diciembre de 2013

El gusto de soñar.

No sabía lo que pasaba, no sabía por qué es que estaba bajando esos escalones agarrado de la mano de aquella chica. La chica no era el problema, el problema era otro.
No recordaba cómo había llegado hasta ese lugar lleno de gente extraña que los miraban con alegría, que los aplaudían, que los admiraban. Se sentía confundido, pero al voltear la mirada y ver que era Xiomara la que lo tomaba de la mano se sintió aliviado, se dio cuenta que, por lo menos, no estaba tan perdido como él pensaba, al menos había encontrado un rostro conocido.
El problema del momento no era ella, era él, tenía solo 18 años y esto que pasaba no estaba bien. Siguieron caminando hasta salir de la mirada de los demás y una vez solos, ella lo miró con gesto de duda y él también, como diciendo "¿qué pasa? ¿por qué lo hicimos?" se rieron juntos, no sabían lo que pasaba.
Se resignaron, se alegraron, y se preguntaron qué seguía. Era obvio lo que seguía pero tenían miedo, eran cobardes, eran indecisos, nada de eso estaba en sus mentes antes de, y por eso no lo hicieron, a pesar de su soledad.
Se miraron otra vez y se sentaron, hablaron con la mirada y se entendieron con el gusto, con el gusto de su compañía, con el gusto de su ilusión, con el gusto del futuro imposible que se avecinaba, con el gusto de casarse, con el gusto de soñar.


jueves, 19 de diciembre de 2013

Navidad.

La navidad, las luces, los villancicos en redes de luces multicolores que antes amaba ya no se sienten como antes. Ya crecí, ya no me llena de ilusión y tranquilidad, ya no siento ese aire especial al lado de mi ventana, aún así, es especial, en mi casa no hay árbol ni nacimiento, acá todos parecen ateos, todos están amargados - yo no, por supuesto, que a mí no me jodan - a pesar de que yo soy en único. Ya no importa la noche del 24 ni sus consecuencias. Ya no importa correr a comprar un pavo o un lechón para la noche buena, tampoco su respectivo aderezo ni horneado. Ya no importa buscar la caja blanca de el mismo árbol navideño de toda mi vida, es el mismo árbol, es el mismo que armaba junto con mi hermano y mi madre en ausencia de mi padre cuando mi hermano y yo éramos unos niños, cuando mi hermano y yo aún parecíamos parientes, cuando aún jugabamos en la sala o veíamos televisión. Ya no importan las bolitas navideñas de colores que se caían de las ramas artificiales del arbolito. Ya no importan los clásicos adornos de Coca-Cola, esos que venían en forma de Papa Noel o de oso polar disfrutando de una Coca-Cola en el polo norte - ¡qué incoherencia! un oso tomando una bebida helada como tal - . Ya no importa colgar la red de luces multicolores en la ventana, poniendo clavitos provisionales en la parte superior de toda la ventana. Ya no importa la corona verde de la puerta, y si importa, es un logro que nadie se la lleve. Ya no importa buscar la caja del nacimiento, ni desembolver y desempolvar las figuritas en yeso que yacían entre periódicos de hace un año y que ahora, una vez más, acompañarían a Jesús en su establo miniatura de madera. Ya no importa pegar los papeles verdes con manchas de pinturas de todo color con cinta adhesiva en un lugar especial de la casa para que simulen las estribaciones alrededor del humilde establo. Ya no importa comprar panetón para los días venideros, si nadie te regala un panetón, nadie se digna a comprar uno. Ya no importan las letras de Los Toribianitos, esas clásicas letras en esas voces chillonas que nos acompañaban a todos lados. Ya no importa la navidad, ya nadie aquí se acuerda de ella, yo sí, pero con nostalgia, la recuerdo porque en la navidad es en donde más recuerdo mi infancia, no sé por qué la recuerdo, fue malísima, pero quizás sea porque ahora todo es tan recto y aburrido, todo es tan formal, todo es tan acelerado y preocupado, todo es tan dinero y tiempo que ya nadie camina, sino todos vuelan.

Todos esperan la Navidad, todos la recuerdan pero aquí solo es una fecha de descanso, una pausa, todos hacen una pausa, todos se detienen para celebrar - casi por obligación - que llegaron a la navidad. La vida no se mide en años, la vida no se mide en días, la vida se mide en navidades, se mide en las navidades que verás, en las que estás por ver y en las que ya no llegarás a ver. La vida se mide en la veces que reíste de ilusión y luego las veces que viste tu risa en la cara de otro niño una vez que ya creciste y para ti la navidad ya no es tan mágica y especial como era antes. La vida se mide en las veces que recibiste calendarios y los guardaste enrrollados para el siguiente año. La vida se mide en las veces que llegó la navidad y recordaste las buenas épocas que viviste en las anteriores navidades. La vida se mide en las noches que resististe con determinación hasta las 12 o las que quedaste dormido y nadie te avisó; siendo un niño, y luego en las noches que llegaste sin dificultad a las 12 porque ya estabas bien adoctrinado en eso. La vida se mide en las veces que fuiste al mercado con tu padre o tío a comprar cohetes para las 12 a pesar de que tu madre lo prohibió. La vida se mide en las veces que tu abuela te regaló medias, o chompas hechas por ella misma. La vida se mide en las veces que te asustaste, luego admiraste y luego fuiste indiferente a las explosiones pirotécnicas según pasaban los años. La vida se mide en las veces que perdiste la cabeza con tus amistades en vez de estar al lado de la familia - la navidad no es para embriagarte con extraños, es para embriagarte de felicidad con tus familiares - . Y lo más importante, la vida se mide en todas esas navidades, todas esas personas que estuvieron y en todas esas noches, que pasaron, que se fueron, y que ya no volverán nunca más.


domingo, 8 de diciembre de 2013

Un pavo navideño.

Un escalón, otro escalón, uno más, listo. A los lejos veo dos tipos, uno normal y otro vestido todo de azul, qué huevón, vístete bien, como te vas a poner pantalón azul y polera azul, qué triste. Ellos vienen hacia mí, en los audífonos suena Back in Black, sí, esa de AC/DC, son muy buenos, en realidad solo me gustan un par de canciones de ellos, no he podido escuchar las demás por dejadez. Volteo a mirar hacia atrás y no hay nadie, ni un sucio mendigo está por ahí, solo los tipos que vienen de los cuales uno se ve ridículo y el otro normal y yo.
Estoy a unas cuadras de mi destino y hace calor, qué miserable sol, tenía que caminar y hacerlo me hacía sudar. Ya estaba cerca, yo los miraba fijamente, tengo esa costumbre, uno de ellos, no el de azul, se levanta un poco el polo y saca un arma - aquí es donde todo se va a la cagada - es un revólver, cuando lo vi ya sabía lo que pasaría, el del revólver me agarró del hombro y me puso contra unas rejas, me dijo: "no te muevas, conchatumare" y me puso el cañón del arma en el muslo; el otro, el de azul, me sacaba el teléfono de los bolsillos..
Mientras todo esto pasaba seguía sonando Back in Back, qué buena canción, cualquiera piensa que si intentan robarle algo y suena esa canción uno reaccionaría y le patearía el culo a todo el mundo pero no, no es tan fácil. Me mantuve en silencio, sabía que solo irían por el teléfono y ya. Ya tenía todas las de perder, no había nadie, ellos eran dos, uno tenía un arma y yo era un debilucho.
La única resistencia que existía era la de mis pantalones que se resistían a dejar deslizar el teléfono a la mala, hasta mis pantalones eran más valientes que yo. Finalmente, me sacaron el teléfono, dejó de sonar Back in Black, los dos tipos bajaron por las escalones que yo antes había pisado pero antes de eso el tipo del arma volteó y me dijo "camina conchatumare porque si no te quemo" mientras me apuntaba con el arma solapadamente. Yo quedé parado como un huevón, el tipo que antes para mí era un huevón por vestir todo de azul me había robado, así que yo era más huevón que ese huevón, cosa rara, complicada.
En ningún momento me molesté o sentí miedo, me robaron un teléfono, no voy a negar que era un teléfono caro, pero no importa si lo comparas con tu integridad física, a uno lo matan por robarle unas zapatillas, y la verdad es que yo no me quiero morir, ¡a la mierda el teléfono!, ¡a mí no me maten, carajo! No me golpearon,  jalonearon ni mucho menos, eso es una suerte, quizás fue porque me porté bien, porque me dejé robar, porque no dije nada, si no hubieran saludado un par de veces a mi madre creo que el robo habría sido bastante amable.
A esas alturas del momento, lo único que me importaba era que alguien haya visto lo sucedido, no para ayudarme, no para identificar a los ladrones, sino para que quede constancia de que uno de ellos tenía un arma, que quede constancia de que intentar defenderme me habría podido costar la vida. No quería quedar como un cobarde, un quedado, un pavo navideño, no, ellos tenían un arma y yo tengo solo una vida.



jueves, 28 de noviembre de 2013

Chau gringo coquero, chau amigo querido, chau amigo Mariano.

Lo conozco de infancia, era un amigo de mis últimos años en el Markham. Entro a la recepción del Sheraton y se me acerca, la última vez que lo vi fue hace como dos años, su viejo era el más pituco entre los pitucos, es accionista de varios bancos y no se qué más, narco me parece. Le pregunto cómo está, cómo le va, dice que le va mejor que nunca, que tiene un par de propiedades en los distritos más caros de Lima, no le creo, le miento con un gesto de asombro y agrado. Le pregunto en qué está metido, dice que juega en la bolsa de Lima y también en la de Nueva York, otra vez no le creo, está mintiendo, no nací ayer, me conoces, tan fácil no me vas a mentir, soy hábil detectando mentiras y este gringo borracho la ha cagado tantas veces que seguro ya se le hizo costumbre.
Me pregunta sobre mí, me pregunta sobre mis negocios, le digo la verdad, mi viejo me metió como subgerente en la empresa de un amigo suyo, y como no soy ningún quedado escalé varias posiciones, las subí con mi habilidad con los negocios, y con algo de vara. Se ríe, cree que con su risita me va a engañar, cree que con su risita me voy a tragar sus mentiras, me río yo también, me río y pongo cara de "Sí huevón, yo te creo", se le nota que está de capa caída, en realidad siempre lo estuvo pero uno se espera que deje de estarlo al verlo un tiempo después.
En los años finales de colegio hizo varias cosas que le quitaron el respaldo de su papá. Él siempre andaba quejándose de su viejo y este ya no le pasaba casi nada de plata, sin ese dinero se sentía mortal, se sentía común, estaba obsesionado con tener una tarjeta de banco confiable para toda ocasión, qué tal huevón, no aprendió nada. Andaba de fiesta en fiesta, de bomba en bomba y de putada en putada, y al final no le quedaba ni un centavo. Llegaba a su casa bien mareado y algo drogado, si es que llegaba, claro está, a veces terminaba en un hotel, o en la casa de alguien más, por eso le dejaron de dar dinero.
Me pregunta que por qué estoy ahí, le digo que vengo a reunirme con un amigo, para hacer negocios, me dice que algún día podríamos hacer negocios juntos, ¿negocios contigo? ¿negocios juntos?, no huevón, contigo no hago ni una misera pollada, eres una ruina andante, ya lo sé y ya me di cuenta, pero le digo que sí, que claro que sí, pero no le doy mi número de teléfono, él tenía uno antiguo pero lo he cambiado varias veces, no vaya a ser que me llame para pedirme plata prestada y la cagada.
Me contó una amiga que él estaba estudiando Negocios internacionales, - sí, Negocios internacionales, la universidades son engañamuchachos, agarran Administración, le ponen el curso de aduanas, le poner el curso de comercio internacional y ya está, crearon una nueva carrera, Negocios Internacionales, ojo, no es Administración, es Negocios internacionales, es una carrera nueva, es la carrera del futuro, es la carrera del dinero - pero su viejo solo le daba dinero para pagar la universidad, eso le pasa por huevón, ya ni tu viejo confía en ti. Le pregunto sobre chicas, dice que está solo, que no hay tiempo en el mundo de los negocios para esas cosas. No mientas gringo coquero, todo el mundo sabe que le hiciste un hijo a una chica, que no lo reconociste y que ella ahora te tiene en medio de un juicio de alimentos, te tiene agarrado de las bolas y lo único que estás haciendo es sobornando jueces y escondiéndote en la plata de tu viejo,  pero igual, me hago al que no sé nada, le doy la razón, le digo que en el amor las cosas siempre terminan mal, que es mejor estar solo y hacer plata.
No me da pena, tenía todo para hacerse un futuro acomodado, pero decidió seguir en la juerga, en la joda, en el trago, en las pepas, no niego que yo no estuve en eso, pero nunca abusé de nada, él sí. Se ve flaco, algo pálido, tiene los ojos algo saltones, seguro se metió una jalada hace un rato, me dice que es porque está resfriado, claro que sí huevón, claro que no has vuelto a meterte nada por la nariz, claro que pasaste de ser un juerguero maleado a un hombre de negocios, claro que no te has metido ni una aspirina todos estos días claro que sí campeón; pobre, 26 años y ya tiene la mitad de la vida jodida. Me dice que ya se va, llega un auto y en el asiento del piloto hay un pelado con cara de pocos amigos. Mi amigo, el gringo coquero, lo mira con algo de ansiedad, seguro el pelado es el que le vende la coca, seguro que el pelado es el que le trae las últimas pepas inventadas en Amsterdam, seguro es el que le presta la plata y es el que en cualquier momento le pedirá que le pague con algún envío a algún país europeo. Esos europeos sí que aman la coca. Se despide, mete sus manos a su casaca de cuero, y camina hacia el auto. En gusto verte otra vez, ya sabes, no me llames, no quiero quedar en la ruina, no te metas en más problemas, aunque eso ya no importa porque de esta seguro que no sales, ojalá no termines muerto y si lo haces, que sea de una forma elegante y no por pedazos en la ciudad, ojalá no termines en la cárcel, ojalá me equivoque en lo que pienso y ojalá no la cagues, chau gringo coquero, chau amigo querido, chau amigo Mariano.


sábado, 16 de noviembre de 2013

Gracias Medellín, gracias Colombia.

No me gustaba esa ciudad, ese día era el último día de mi estancia en Medellín. Por la tarde mi vuelo partiría a Lima, mi hogar. Estaba solo por negocios en Colombia y era menester cobrar el último cheque de la jornada. Las cosas no habían salido muy bien aquí, así que solo quedaba regresar.
En tres horas partiría mi vuelo y antes de entrar al banco me tome la libertad de comer un emparedado, tenía tiempo y hambre. Una vez en el banco donde cobraría ese cheque, ya casi era mi turno para llegar a la ventanilla, fue una suerte tener mi pasaje de regreso a Lima ya adquirido. A pesar de haber sido un negocio bajo no me podía quejar, habían sustanciosas ganancias, no como otras veces, pero sí una ganancia. Sería el trabajo perfecto si es que no hubieran algunas cosas que detestaba hacer pero que eran totalmente necesarias en ciertas circunstancias.
Un auto frenó bruscamente en la entrada, encañonaron a los guardias y ninguno puso siquiera débil resistencia, no puedes esperar mucho de un par de barrigones que hace años que no disparan un arma y solamente la llevan en la cintura cual adorno navideño, y tampoco puedes esperar mucho si es que ni siquiera son capaces de correr 100 metros sin quedarse sin oxígeno, los guardias eran un desastre. Les quitaron sus armas y los golpearon e insultaron y ellos solo pudieron entregarse a la seguridad del suelo.
Los tipos entraron a la mala, gritaron, insultaron y dijeron algunas otras palabras típicas del vocabulario colombiano que no entendí; parece que era mi día de suerte.
Me apuntaba con su arma y vociferaba órdenes de que nos tiremos al suelo. Yo sabía que ellos no me querían a mí, solo robarían el banco y se irían con el botín, mientras yo no intente nada estúpido no me pasaría nada ¡qué me importa si roban el banco!, a los dueños de los bancos les sobra la plata, podrían fácilmente pagar un monto mayor que el botín a los asaltantes para que no irrumpan su preciada agencia.
Había una mujer de unos 50 o 60 años, lloraba, imploraba, rezaba a Dios como si los asaltantes la buscaran a ella, su voz era demasiado molesta y los asaltantes le decían que si no se callaba se iba a morir pero esta no les hacía caso, siguió haciendo un escándalo. "¡Vamos! ¡ya cállese!" le reclamé, como si yo estuviera del lado de los asaltantes, y estos no lo tomaron a mal, parece que aprobaron mi comentario, quizás hasta me incluian en su bando. ¿Es que acaso uno ya no puede robar un banco en paz? Mientras no maten a nadie todo estaría bien, todos saldríamos bien librados.
Eran tres tipos, con pasamontañas, cada uno armado con pistolas, no parecías duchos en el negocio, estaban nerviosos, efectivamente, eran principiantes. Todos estaban aterrorizados, y debo admitir que yo también sentí algo de miedo, es bien sabido que los nuevos tienden a ser muy reactivos, imprudentes, se les sale un tiro y la cagada. Aún no había heridos, eso era bueno, uno de ellos destrozó las cámaras de seguridad antes de ir por el botín, este día cada vez se ponía mejor.
Yo vestía un terno azul oscuro, camisa blanca, zapatos y corbata, era incomodo, y más si nos obligaban a permaneces tirados al suelo, la tipa ya se había callado, o mejor dicho, la habían callado, uno de ellos la golpeó en la nuca, la dejó inconsciente, qué desalmados, qué falta de respeto, era molesta pero no había necesidad de hacer eso.
Si me preguntan diría que ellos hicieron todo bien, a pesar de haber golpeado a una dama que no se lo merecía parece que tenían futuro como asaltantes, pero tuvieron mala suerte, escogieron el banco, el día y la hora equivocada, una pena.
Uno cuidaba la puerta; el otro, que parecía el jefe, nos custodiaba y era el que me había apuntado directamante a mí; y el tercero estaba reuniendo el dinero; en una bolsa ponía los pesos y en otra los dólares, qué conveniente. Ya todo estaba calmado y casi listo.
Qué raro, todo estaba perfectamente acomodado para sacarle buen provecho a una mala semana, no hay cámaras, tendrán que interrogar a todos para identitificarme, y se tardarán un par de horas, para cuando lo logren, si es que lo logran, ya estaré a medio vuelo hacía Lima, faltaban algo más de dos horas para mi vuelo y aún no aparecía la policía, estaba decidido.
Tenía siete disparos, no quería matar a nadie pero aunque no quisiera el de la entrada inevitablemente moriría. Mire al custodio, él estaba mirando hacia afuera, tomé mi arma, un disparo en el brazo, otro en la pierna. El tipo de la puerta empezó a dispararme, como loco, tomé el arma del primero sin antes agradecerle con tono burlesco, la descargué, fui hacia el segundo, un disparo al hombro y ya estaba fuera de carrera, creo que era el más joven, solo dejó el arma, la tomé y también la descargué. Tomé la bolsa de dolares y la metí en mi maletín, el tercero ya había vaciado su arma y estaba recargando, caminé hacia él y un disparo en el abdomen fue suficiente, no quería hacerlo pero era necesario, eso era lo que odiaba de mi trabajo, tener que matar a alguien, pero no fue mi culpa, él podría haber huido, ¿qué pensaba? ¿que aún tenía las cartas a su favor? ¿que podía detenerme?, era un principiante, hizo lo incorrecto y yo tuve que hacer lo que él me obligó a hacer. Antes de irme, como es necesario, exclamé: "Que alguien atienda a esos dos, este ya está muerto. Gracias".
Salí caminando, me acomodé el traje de un tirón a la solapa, las sirenas se oían a lo lejos así que me retiré tranquilamente, me crucé con algunas patrullas durante el camino pero nadie sospecharía de un hombre en traje caminando tranquilamente con una maleta llena de documentos aburridos y unos cuantos dólares.
Al llegar al hotel tuve tiempo de contar: 34 mil dólares, un par de cientos de pesos que quizás dejaría en el taxi camino al aeropuerto y algunos cigarros, detesto los cigarros, son una molestia y no son nada saludables. En TV nadie hablaba del robo o de los asaltantes, los testigos confundidos hablaban de mí, del tipo que les había ganado a tres asaltantes en su propio juego, nadie sabía quién era, me cambié el traje, me puse ropa cómoda, alisté mis maletas, bajé a la recepción, le comenté a la recepcionista descaradamente sobre la inseguridad de su país y ella mostró indignación, pobre, no tiene ni idea. Tomé un taxi, enrrumbé al aeropuerto y una vez dentro del avión, me despedí de aquella ciudad, tonta ciudad, casi me gana la partida pero logré sacarle buen provecho a mi estancia. Gracias Medellín, gracias Colombia.



miércoles, 13 de noviembre de 2013

Un romance.

EL SIGUIENTE ROMANCE ES DE MI AUTORÍA, 
PUTO EL QUE LO COPIE.

Acercándose la noche
el ave mira con vilo,
con miedo ante el avance
de los vientos no verdinos
sabiéndose acorralado
en su desolado nido
el ave descalabrada
pretende vuelo caído
filambre de débil vida
que sostiene su destino
filambre ya calcinado
de sueño bien despedido
el enemigo perverso
deambulaba furtivo
maldiciendo aquello visto
por sus ojos fundidos
vencido por la industria
del simio mal investido
el ave ya derrotada
da su último suspiro...


Por obligación.



viernes, 27 de septiembre de 2013

12:23 AM

Once y cuarenta y seis pm, estoy demasiado cansado, lo bueno es que ya llegó la hora de dormir, el almuerzo estaba bueno, el lomo saltado de ese restaurante estaba demasiado bueno, ¿Leo algo?, mejor no, estoy cansado carajo, otro día leeré, ¿Mi cabello sigue húmedo?, qué jodido, bueno, al menos yo no tengo la costumbre de esperar que se seque antes de dormir, Luciano sí, cuando me lo contó, en mi mente dije que era un marica, jajajaja, bueno, ¡Ya qué!, a ver frasadita, haste a un lado, ¡Carajo! ¡Qué fría esta sábana desgraciada! Uffff, ya, ahora sí, mañana será otro día de rutina... ¿Qué es ese sonido? ¡Ah! El perro está debajo de mi cama, el doctor me recomendó que no lo dejara dormir acá pero me llega al huevo, quiero demasiado a ese perro sangrón, vago y aprovechador, es fiel, aún recuerdo cuando mi hermano me lo trajo, entraba en la palma de su mano, ni siquiera caminaba bien, y había que darle leche en la palma de mi mano, estaba demasiado cachorro, ahora está bien grande, y bien pendejo, es un manipulador, me hace la de Ronaldinho y se va al parque cada vez que dejo la puerta abierta, creo que no le debí poner Tito, a veces de broma le dijo Renegoncio, jajaja, es un jodido renegón, sobre todo cuando come, lo bueno es que ya tiene experiencia y sabe comportarse, y es un buen perro, no jode mucho a la gente, solo se orina en sus puertas, pero es algo que todos los perro hacen, al menos no se caga en sus puertas, para eso existe la avenida, qué mal ejemplo ¡Dios! No había notado cómo suena su respiración, ¿Éstará teniendo pesadillas? ¡Qué jodido!, ahora va a hacer bulla y no me dejará dormir, deja de respirar así perro baboso, bueno, igual lo quiero demasiado, ya, ahora sí, a dormir... ¡Mierda!, ahora tengo ganas de orinar, sistema urinario estúpido, trato de dormir, ¿Qué hora es?, mhhhh... A ver, ¡Ay!, la pantalla del celu casi me deja ciego, mmmmh... doce y veintitres, me quedan menos de seis horas, qué usura, tengo flojera, no quiero levantarme, debería tener un baño aquí, bueno, al menos un balde ¿No? No me alcanza la plata, esos tipos que construyen casas son unos ladrones, lo hacen todo mal, y al final se ponen a chupar como si hubieran construido la torre Eiffel, y si contrato a un ingeniero, ¡Peor! Sería crimen organizado, esos solo vienen a ponerse casquitos de colores, lentes transparentes, chalecos naranjas y cobrar una millonada por dibujar unos cuantos cuadrados, a ver, dónde están mis zapatos, no veo nada carajo, ¡Ya! ¡Acá están! ¡Qué frío!, ojalá no me golpee las canillas con nada, a ver... no veo nada, ¡Ya! Llegué a la sala, ¡Mierda! ¡¿Qué es eso que está en el sofá?!, dónde está el interruptor, carajo, no veo nada, cuatro años viviendo acá y no sé en qué puto punto de la pared está es interruptor, ¡Ah! Era Tito, ¿Qué carajos?, entonces... qué había debajo de...



lunes, 23 de septiembre de 2013

El racismo y los chizitos.

Paseando por tuiter, mirando qué HT's estaban como tendencia para usarlo y así, de alguna forma milagrosa, mi mente se ilumine y se me ocurra un tuit increíblemente inteligente, lo suficiente para ganar 50 o 60 seguidores más  -lo cual nunca ocurrió- me encontré con los típicos sujetos que censuran algún HT que para ellos resultan ofensivos ya sea por que ofenden a una clase social (mayormente clases bajas) , a un grupo étnico (por la denominada "choleada"), o a un grupo de diferente orientación sexual (o sea homosexuales, lesbianas, bisexuales, pansexuales, y otros que no conozco), pero uno llamó mi atención, él era el defensor de los oprimidos, el mesías que con su cultura y altura pretendía defender de los ofensivos, urticantes, punzantes, dolosos, malintencionados y sobre todo, tan relevantes para la realidad, tuits que nosotros, usuarios normales, comunes y silvestres enviábamos usando ese HT.
Este mesías y salvador envió un tuit usando ese HT, pero lo extraño en este tuit es que se puede apreciar una notoria contradicción, la cual este personaje pretende excusar con otro tuit que también, irónicamente, también tenía una contradicción. A mi parecer, solo hay dos alternativas; el tipo era retrasado mental, o el tipo tenía la tan común pero bien solapada doble moral.
La doble moral es esa cosa que muchos llevan adentro, y se compone por dos elementos: primero, la parte que nos dicta las reglas morales vigentes de la época (no seas racista, no seas hipócrita, no robes, no envidies, no desees el mal, se humilde, todos somos iguales, bla, bla, bla) y nos obliga a seguirlas y actuar según ellas ante los demás, las cuales para mí no todas son correctas, pero eso aquí no importa; y el segundo componente, el cual está muy dentro de nosotros y nos hace sentir superiores a los demás, ese engendro que dice: "Si le dices cholo, lo insultas", esto se debe a que, aunque sabemos que no debemos ser racistas, y que la raza de una persona no determina nada en ella, tenemos la idea de que ser cholo es sinónimo de inferioridad y esto, respetable lector, es ser racista, si lo pensaste, lo eres, muy en el fondo, tan escondido que quizás no lo notas, puede vivir este engendro del racismo. 
Personalmente, pienso que si le dices a alguien "Cholo de mierd*" y este se siente más ofendido por el "cholo" que por el "de mierd*" esta persona también es parte de este sindrome, siente que ser cholo es malo, y, aunque la palabra "cholo" está mal usada, ya que se utilizaba inicialmente para referirse despectivamente a una raza diferente a la que se aplica este termino actualmente, ¿Vamos a darle valides a una palabra inventada hace siglos? ¿Ser cholo tiene algo de malo? ¿Si me dicen cholo me ofendo? Claro que no. Como dice esa antigua frase colonial: "El que no tiene de inga, tiene de mandinga".

Aclaraciones:
  • Ya casi termina el escrito y si usted, señor lector, fue observador, se estará preguntando: "¿Y qué carajos tienen que ver los chizitos en este post?, bueno, esto se debe principalmente a que mientras escribo esto, disfruto de unos deliciosos chizitos comprados con unas monedas de dudosa procedencia (quizás los robé, nunca lo sabrás) y recuerdo mis momentos de infancia, cuando tener dos soles era ser millonario, y si no había qué comer, comprabas algunas chucherías en la tiendita de la esquina.
  • En este blog respetamos la opinión de las personas, así que los nombre de los involucrados han sido correctamente censurados para que sea imposible conocer sus identidades y esto lo podrán apreciar en la imagen adjunta. LOL.
  • Como fue dicho en el punto anterior, se respeta sus opiniones, y si te sentiste ofendido por alguna de mis ideas expuestas en este post, por favor, hazlo llegar a través de los comentarios. Tomaré en cuenta tu ridícula opinión.




jueves, 19 de septiembre de 2013

El buen Séfiro.

José era un hombre común que vivía en su ciudad natal. Un día llegó a su puerta un hombre, bien vestido, con aspecto amable y cuando José lo atendió, una conversación algo parecida a esta se inició:

–Buen día señor, Mi nombre es Apolíneo y quisiera saber,¿Conoce usted a Séfiro?
–Pues no, no conozco a ningún Séfiro.
–Déjeme hablarle de él, el señor Séfiro es el dueño de esta ciudad y como el dueño, el exige que todos sus habitantes cumplan una serie de requisitos.
–Y... ¿Cuáles son esos requisitos?
–Bueno, para empezar, todos sus habitantes deben rendirle pleitecía, deben ir al menos una vez a su mansión y arrodillarse ante su imagen, reconocer su superioridad y adorarlo como si fuese un rey.
–¿Ante su imagen? ¿No ante él?
–Así es, señor José, el señor Séfiro no permite que nadie lo vea, y solo se comunica a través de sus representantes.
–Y... ¿Por qué debería hacerlo?
–Pues es muy simple, señor José, el señor Séfiro es el dueño de esta ciudad y el permite que nosotros estemos viviendo en su propiedad tranquilos, gracias a él podemos estar aquí, ahora, y él solo pide un poco de reconocimiento y respeto, además si usted hace eso, en un tiempo, el señor Séfiro le dará a usted y a todos los que cumplan sus órdenes cien millones de dólares.
–¿Me dará tanto dinero? ¿Solo por rendirle honores? ¿Y usted conoce a alguien que haya recibido ese dinero?
–Bueno, en realidad no, porque cuando alguien recibe el dinero debe irse de la ciudad y nunca más volver.
–Pero puede llamar por teléfono, ¿No?
–No, tampoco eso, ni por teléfono ni por ningún otro medio de comunicación, una vez que se recibe el dinero, uno no puede comunicarse con nadie de la ciudad.
–Déjeme ver si entendí: ¿Séfiro es dueño de todo lo que veo, pero nadie nunca lo ha visto, y tampoco nadie lo puede ver, entonces él pide un poco de reconocimiento, debemos arrodillarnos ante él para darle un poco de crédito por lo que tenemos, y si lo hacemos el nos recompensará con una enorme fortuna pero también nos exigirá que abandonemos nuestra ciudad y dejemos de comunicarnos con nuestros seres queridos?
–Así es señor, ha entendido perfectamente.
–Y dígame por favor, si usted nunca lo ha visto, nadie lo ha visto, nadie nunca ha visto a las personas que reciben la enorme fortuna, nadie sabe qué ocurrió con las personas que se fueron, y el tipo nunca sale de su recinto, ¿Cómo sabe usted que ese tal Séfiro es real?


La primera vez que escuché esta historia se me hizo conocida, creo que había visto historias así en la vida real y luego me di cuenta de que se parece mucho a nosotros como José o Apolíneo y Dios como Séfiro. Ahora pregúntate: ¿Eres José o eres Apolíneo?




miércoles, 11 de septiembre de 2013

Engaña a los demás, no a ti.

Manos heladas y húmedas por la transpiración, cejas serias, ojos atentos y listos, mochila en solo un hombro, pues detestaba llevarla como en su etapa de colegio, zapatos de gamuza gastados por sus pasos, pantalones marrones, polo blanco y encima una polera con cierre delantero, disfrutaba la libertad de movimiento que esta le ofrecía. Paso apurado y actitud de vencido, de vencido por las decepciones y desilusiones que había tenido que sobrellevar para luego vencer, pero que, una a una iban menguando su voluntad de continuar.
Le importaba poco o nada su aspecto, cosa que antes era importante, se había dado cuenta de que no importaba cómo uno se vea, si de igual forma la vida le tiraría mierda encima, su buen aspecto no lo iba a evitar, pero lo que no abandonó fue mantenerse aseado, amaba cómo su cabello flotaba con el viento, amaba el olor a jabón barato, amaba poder sentirse limpio y lozano.
Infaltable para sus caminatas era la música, en su viejo reproductor siempre habían nuevos sonidos, y había pasado por tantos géneros y grupos que cada vez le era más difícil encontrar nuevos sonidos que lo saciaran, comparaba una canción con una batería, la podías escuchar mucho al inicio, pero luego de un tiempo, se agotaban y había que cambiarlas.
Su caminar era apurado, rápido, fuerte, pues le habían advertido que la calle era un lugar peligroso, que había que estar atento, que si no estás atento, los malos estarán siempre un paso delante de ti, y cuando lo malo pase, serías sorprendido; aunque al principio no escuchó estos consejos, malas experiencias le hicieron entender que eran ciertos.
Se acercaba a una avenida, de esas transitadas por gente encuadrados en ternos y vestidos de oficina, era menester cruzarla, la luz del semáforo para peatones era roja, y a medida que se acercaba al borde de la vereda pensó: -"No puede ser, ella se parece mucho, su forma de vestir, su cabello, su altura, esa blusa, esos zapatos, me recuerda demasiado"- Se paró a su lado, esperando el verde, y sin ningún disimulo, giró su cabeza y la miró; ya no le importaba esconder su interés, ya casi no le quedaba dignidad, ella desconcertada solo atinó a cruzar las miradas y luego a disimular que nada pasaba. -"Ella no es, ella ya no está aquí, se fue hace meses, es una suerte, si hubiera sido ella quizás me hubiese estallado la cabeza al verla otra vez, hubiese muerto de un paro cardiaco o en el peor de los casos me hubiera evaporado"- Salió del trance y se devolvió a la realidad, sus ojos empezaron a ver todo otra vez y mientras cruzaba se dijo a sí mismo: -"¿Qué haces? ¿Por qué te distraes? ¿Quieres que te pase algo malo otra vez? Te cegaste tú mismo por unos recuerdos que dijiste que no volverían a ti, fuiste vulnerable y eso pudo costarte caro, enfócate. ¡Idiota!"-.
Tenía la costumbre de analizar a cada persona en su camino, una rápida mirada, rostro, manos, mirada, siempre buscando una señal que llamara su atención, algo que lo pusiera un paso adelante de los demás, esta práctica no era inútil, pues podía anticiparse a lo que sucediese, no era solo una idea, parecía ver unos segundos en el futuro y le había funcionado bien muchas veces.
Este equilibrio se vio perturbado, a lo lejos y súbitamente vio algo otra vez y pensó: -"Esa forma de caminar tan adorable, ese rostro, esa nariz delgada y puntiaguda, esos ojos negros con mirada que atraviesa almas, labios delgados, y ese cabello, el cabello que amaba, y el cual adoraba sentir en mis manos, ella también se parece demasiado, muchísimo, pero no es ella, ¡Supéralo!"-.
De regreso al presente, volvió a su actitud de vencido, guardó sus sentimientos, lo invadió su espíritu frío, calculador, acostumbrado al engaño, aunque él prefería ver a este como una maquinación, espíritu culpable de su cinismo, padre de su hipocresía, y responsable de su inescrupulosa costumbre de manipular a las personas para su beneficio, pero aún así, invadido por este ente, ella nunca pudo ser descartada, retornó sobre sus pensamientos al momento antes de cruzar la pista y pensó: -"Ninguna de ellas se parecía a Mila, ninguna tenía siquiera un aire, no seas tonto, engaña a los demás, no a ti mismo, ninguna te recordó a ella porque ya todo el tiempo estás pensando en ella"-.






lunes, 26 de agosto de 2013

Cobarde, el perro coraje.

–¿Qué? ¿Por qué?

–No lo sé, solo pasó y ya.

–Pero yo nunca lo noté.

–Tú eres así, entiéndelo.

–¿No hay otra opción? 

–No.

–Y ahora, ¿Qué pasará?

–Deberemos seguir con nuestras vidas, como antes de conocernos. ¿No?

–No me lo imagino.

–Sabías que tarde o temprano iba a pasar. ¿O en verdad creíste que duraría para siempre?

–¡Uno nunca piensa en eso! ¡Al menos yo no!

–No seas infantil, esto es lo mejor. ¿O prefieres una mentira?

–No sé cómo esto puede ser lo mejor, sin razón, de improviso, sin ninguna señal.

–Créeme, es lo mejor.

–Hay alguien más, ¿Cierto?

–Ya me tengo que ir, adiós.




sábado, 17 de agosto de 2013

No te vayas al bosque sin mí.

Wilson había decidido alejarse, dejar atrás esa vida en la ciudad que tanto lo había maniatado, alejarse de ese trabajo rutinario y  de horario marcial que casi ya lo había convertido en un bicho cual Samsa. No tenía familia, sus padres ya no estaban y no tenía hijos; compró una vieja cabaña a un leñador que acababa de fallecer, por esas épocas la vida en el bosque era más fácil, y algo de dinero no le faltaba, Wilson quería sentir la naturaleza, vivir como lo hacían antes sus padres, pues, siendo hijo de leñadores, pensó que la vida en la ciudad lo volvería un hombre moderno, parte de la creciente sociedad, que podía llegar a hacer grandes cosas, pero no fue así.
El bosque le proporcionaba comida y agua, tranquilidad que ningún lugar de París podía proporcionar. Pescaba en el río, cazaba animales, cortaba leña, estaba habituado, su niñez había sido de esa forma.
Una tarde, a las pocas semanas de iniciada su nueva vida, al salir a buscar leña como ya era costumbre, junto al camino del río, la encontró, ella estaba sola y sentada, no hablaba y solo dijo su nombre: Violeta; él la vio a los ojos, parecía perdida pero no preocupada, ella sonrió, Wilson no la pudo ignorar, se le acercó, se sentó, la miró, se sentía apacible, ella no necesitaba hablar para darse a entender, Wilson no preguntó, la acogió, la invitó a su hogar y le dio su confianza, su figura natural y lozana le parecía curiosa y casi mágica.
Pasaron las horas, la luna ya brillaba, él no se había preocupado en darle de comer, ella no parecía necesitarlo, y tampoco lo pidió, esa tarde y esa noche, solo el arrullo del río se escuchaba, ninguno había articulado palabras, parecían entenderse con con solo mirarse. Wilson no sentía hambre ni sed, ni frío, ni calor, desde que la encontró sus sentidos habían quedado atrapados alrededor de ella, pero en su condición humana sucumbió al sueño.
Durmió como nunca antes, durmió profundamente, durmió como si estuviese muerto, quieto, en silencio, en la obscuridad, no soñó, nada lo molestó, nada lo despertó y fue así hasta la tarde del día siguiente, había dormido como nunca, despertó tranquilo y buscó a Violeta, no estaba en ningún lado de la cabaña, se desesperó, sintió morir, quiso llorar, no habían pasado muchos minutos pero se sentía vacío y débil, indefenso y arrojado a la soledad, abrió la vieja puerta, y esta chirreó, y afuera, descalza y mirando hacia el bosque la encontró. Ella volteó la mirada lentamente, lo miró, y dijo: -Ya es hora, ya debo irme. Y Wilson, con los ojos llorosos replicó, sin dejar de mirarla a los ojos: -No te vayas al bosque sin mí, y si decides irte, llévame a la muerte. Las sombras iniciaban su tímida y lenta aparición, ella tenía una sonrisa en el rostro, demostraba compasión, pena y satisfacción a la vez, dio unos pasos, se le acercó, parecía flotar, lo tomó de las manos, y lo incitó a avanzar, la obscuridad llegaba, envolvía la escena mientras Wilson avanzaba hacía el bosque, ella se desvaneció, desapareció, pero Wilson jamás lo notó, jamás se detuvo, jamás regresó...




miércoles, 7 de agosto de 2013

Ojos rasgados.


Todo comenzó mientras miraba por la ventana de micro donde viajaba rumbo a mi casa al terminar la jornada de estudios. El día transcurría normal; todo estaba yendo según mis planes - ya que tengo la manía de planificar lo que estoy por hacer- la mayoría de veces las cosas pasan como las había planificado, pero hoy no, hoy era un día diferente. 
Al inicio de la ruta, hay un instituto, y mi salida coincide con la de ellos. Pasaba la vista sobre los estudiantes de aquel lugar -y a veces uno desea tener el afamado "fierro golpeador de parejas felices", artículo producido por el vlogger Garmendia- nada fuera de lo normal; seguía mirando y el bus se detuvo y ahí, la vi. Ella tenía un rostro peculiar, un gesto acogedor, unos ojos ligeramente rasgados, labios finos, mejillas suaves, cabello negro y corto, de atuendo simple. 
Pasó quizás medio segundo antes de notar que hablaba con un tipo y por primera vez en mi pragmática vida, envidié a una persona, lo envidiaba de una manera agradable, lo envidiaba como un caballero de honor que no cede a sus impulsos sentimentales, parecía una buena persona, de gesto amable y actitud apacible, nada para -en mi mente- creer que yo debería estar ahí.
Ella lo miraba a los ojos, parecía tratar de disuadirlo, ligera sonrisa, rostro hacia abajo pero miraba fija, cejas e iris junto, indescriptible pero usual. Atrajo mi atención, esa mezcla de belleza, sanía, tranquilidad que formaba una burbuja encerrándolos, me sentí afuera, me sentí en el páramo, fuera de protección, acosado por la realidad. Quería ser él, quería esa mirada complice y amielada para mí, quería al menos por unos segundos, en un sueño, ser de ella. 
El bus avanzó, mi humanidad me obligó a dejar de mirar hacia atrás, regresé a la realidad, a mi realidad, en donde la misma gente aburrida y poco o nada interesante me rodeaba. Es difícil encontrar a alguien diferente, a alguien que me interese, a alguien que no sea vacía. Casi todas las personas, según yo, son muy parecidas y relativamente predecibles para mí. Todo trancurría igual otra vez, no la volveré a ve. Ella nunca sabrá que le dediqué minutos de mi existencia a quererla. Ella nunca sabrá de estas líneas ni del que las escribió. Nunca sabrá de mi existencia y tampoco de mi interés. 

martes, 30 de julio de 2013

Soñé.

Ruego al tiempo aquel momento
en que mi mundo se paraba
entre tus labios.

Solo para revivir
y derretirme una vez más
mirando tus ojos negros
tengo ganas de ser aire
y me respires para siempre
pues no tengo nada que perder.

...

Y todo el tiempo estoy pensando en ti
en el brillo del Sol
en un rincón del cielo.

Y todo el tiempo estoy pensando en ti
y en el eco del mar 
que retumba en tus ojos

Soñé
sí te soñé
sí te soñé
una vez más.

...

Solo para revivir
y derretirme una vez más
mirando tus ojos negros
tengo ganas de ser aire
y me respires para siempre
pues no tengo nada que perder.

Y todo el tiempo estoy pensando en ti
en el brillo del Sol
en un rincón del cielo.

Y todo el tiempo estoy pensando en ti
y en el eco del mar 
que retumba en tus ojos

Y todo el tiempo estoy pensando en ti
en el brillo del Sol
y en una mirada tuya.

Soñé
sí te soñé
sí te soñé
una vez más...

sábado, 27 de julio de 2013

La Libreta Helada

Esta es mi primera entrada y espero que no sea la última, primero quisiera aclarar el nombre; "libreta" por el blog en sí, y "helada" porque en este frío invierno limeño afectado por los cambios climáticos -ya que no recuerdo uno tan frío como este- mis manos siempre están heladas, quizás lo heredé de mi madre. Aquí encontrarás quizás cuentos, temas de actualidad, sarcasmo, humor barato y herejía. Y yo conseguiré sentir que alguien lee esto aun cuando nadie lo haga y será como una catarsis, y también quizas algo de dinero, ya que leí por ahí que se puede ganar anunciando los anuncios -valga la redundancia- de Google.