Lo conozco de infancia, era un amigo de mis últimos años en el Markham. Entro a la recepción del Sheraton y se me acerca, la última vez que lo vi fue hace como dos años, su viejo era el más pituco entre los pitucos, es accionista de varios bancos y no se qué más, narco me parece. Le pregunto cómo está, cómo le va, dice que le va mejor que nunca, que tiene un par de propiedades en los distritos más caros de Lima, no le creo, le miento con un gesto de asombro y agrado. Le pregunto en qué está metido, dice que juega en la bolsa de Lima y también en la de Nueva York, otra vez no le creo, está mintiendo, no nací ayer, me conoces, tan fácil no me vas a mentir, soy hábil detectando mentiras y este gringo borracho la ha cagado tantas veces que seguro ya se le hizo costumbre.
Me pregunta sobre mí, me pregunta sobre mis negocios, le digo la verdad, mi viejo me metió como subgerente en la empresa de un amigo suyo, y como no soy ningún quedado escalé varias posiciones, las subí con mi habilidad con los negocios, y con algo de vara. Se ríe, cree que con su risita me va a engañar, cree que con su risita me voy a tragar sus mentiras, me río yo también, me río y pongo cara de "Sí huevón, yo te creo", se le nota que está de capa caída, en realidad siempre lo estuvo pero uno se espera que deje de estarlo al verlo un tiempo después.
En los años finales de colegio hizo varias cosas que le quitaron el respaldo de su papá. Él siempre andaba quejándose de su viejo y este ya no le pasaba casi nada de plata, sin ese dinero se sentía mortal, se sentía común, estaba obsesionado con tener una tarjeta de banco confiable para toda ocasión, qué tal huevón, no aprendió nada. Andaba de fiesta en fiesta, de bomba en bomba y de putada en putada, y al final no le quedaba ni un centavo. Llegaba a su casa bien mareado y algo drogado, si es que llegaba, claro está, a veces terminaba en un hotel, o en la casa de alguien más, por eso le dejaron de dar dinero.
Me pregunta que por qué estoy ahí, le digo que vengo a reunirme con un amigo, para hacer negocios, me dice que algún día podríamos hacer negocios juntos, ¿negocios contigo? ¿negocios juntos?, no huevón, contigo no hago ni una misera pollada, eres una ruina andante, ya lo sé y ya me di cuenta, pero le digo que sí, que claro que sí, pero no le doy mi número de teléfono, él tenía uno antiguo pero lo he cambiado varias veces, no vaya a ser que me llame para pedirme plata prestada y la cagada.
Me contó una amiga que él estaba estudiando Negocios internacionales, - sí, Negocios internacionales, la universidades son engañamuchachos, agarran Administración, le ponen el curso de aduanas, le poner el curso de comercio internacional y ya está, crearon una nueva carrera, Negocios Internacionales, ojo, no es Administración, es Negocios internacionales, es una carrera nueva, es la carrera del futuro, es la carrera del dinero - pero su viejo solo le daba dinero para pagar la universidad, eso le pasa por huevón, ya ni tu viejo confía en ti. Le pregunto sobre chicas, dice que está solo, que no hay tiempo en el mundo de los negocios para esas cosas. No mientas gringo coquero, todo el mundo sabe que le hiciste un hijo a una chica, que no lo reconociste y que ella ahora te tiene en medio de un juicio de alimentos, te tiene agarrado de las bolas y lo único que estás haciendo es sobornando jueces y escondiéndote en la plata de tu viejo, pero igual, me hago al que no sé nada, le doy la razón, le digo que en el amor las cosas siempre terminan mal, que es mejor estar solo y hacer plata.
No me da pena, tenía todo para hacerse un futuro acomodado, pero decidió seguir en la juerga, en la joda, en el trago, en las pepas, no niego que yo no estuve en eso, pero nunca abusé de nada, él sí. Se ve flaco, algo pálido, tiene los ojos algo saltones, seguro se metió una jalada hace un rato, me dice que es porque está resfriado, claro que sí huevón, claro que no has vuelto a meterte nada por la nariz, claro que pasaste de ser un juerguero maleado a un hombre de negocios, claro que no te has metido ni una aspirina todos estos días claro que sí campeón; pobre, 26 años y ya tiene la mitad de la vida jodida. Me dice que ya se va, llega un auto y en el asiento del piloto hay un pelado con cara de pocos amigos. Mi amigo, el gringo coquero, lo mira con algo de ansiedad, seguro el pelado es el que le vende la coca, seguro que el pelado es el que le trae las últimas pepas inventadas en Amsterdam, seguro es el que le presta la plata y es el que en cualquier momento le pedirá que le pague con algún envío a algún país europeo. Esos europeos sí que aman la coca. Se despide, mete sus manos a su casaca de cuero, y camina hacia el auto. En gusto verte otra vez, ya sabes, no me llames, no quiero quedar en la ruina, no te metas en más problemas, aunque eso ya no importa porque de esta seguro que no sales, ojalá no termines muerto y si lo haces, que sea de una forma elegante y no por pedazos en la ciudad, ojalá no termines en la cárcel, ojalá me equivoque en lo que pienso y ojalá no la cagues, chau gringo coquero, chau amigo querido, chau amigo Mariano.
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