jueves, 19 de septiembre de 2013

El buen Séfiro.

José era un hombre común que vivía en su ciudad natal. Un día llegó a su puerta un hombre, bien vestido, con aspecto amable y cuando José lo atendió, una conversación algo parecida a esta se inició:

–Buen día señor, Mi nombre es Apolíneo y quisiera saber,¿Conoce usted a Séfiro?
–Pues no, no conozco a ningún Séfiro.
–Déjeme hablarle de él, el señor Séfiro es el dueño de esta ciudad y como el dueño, el exige que todos sus habitantes cumplan una serie de requisitos.
–Y... ¿Cuáles son esos requisitos?
–Bueno, para empezar, todos sus habitantes deben rendirle pleitecía, deben ir al menos una vez a su mansión y arrodillarse ante su imagen, reconocer su superioridad y adorarlo como si fuese un rey.
–¿Ante su imagen? ¿No ante él?
–Así es, señor José, el señor Séfiro no permite que nadie lo vea, y solo se comunica a través de sus representantes.
–Y... ¿Por qué debería hacerlo?
–Pues es muy simple, señor José, el señor Séfiro es el dueño de esta ciudad y el permite que nosotros estemos viviendo en su propiedad tranquilos, gracias a él podemos estar aquí, ahora, y él solo pide un poco de reconocimiento y respeto, además si usted hace eso, en un tiempo, el señor Séfiro le dará a usted y a todos los que cumplan sus órdenes cien millones de dólares.
–¿Me dará tanto dinero? ¿Solo por rendirle honores? ¿Y usted conoce a alguien que haya recibido ese dinero?
–Bueno, en realidad no, porque cuando alguien recibe el dinero debe irse de la ciudad y nunca más volver.
–Pero puede llamar por teléfono, ¿No?
–No, tampoco eso, ni por teléfono ni por ningún otro medio de comunicación, una vez que se recibe el dinero, uno no puede comunicarse con nadie de la ciudad.
–Déjeme ver si entendí: ¿Séfiro es dueño de todo lo que veo, pero nadie nunca lo ha visto, y tampoco nadie lo puede ver, entonces él pide un poco de reconocimiento, debemos arrodillarnos ante él para darle un poco de crédito por lo que tenemos, y si lo hacemos el nos recompensará con una enorme fortuna pero también nos exigirá que abandonemos nuestra ciudad y dejemos de comunicarnos con nuestros seres queridos?
–Así es señor, ha entendido perfectamente.
–Y dígame por favor, si usted nunca lo ha visto, nadie lo ha visto, nadie nunca ha visto a las personas que reciben la enorme fortuna, nadie sabe qué ocurrió con las personas que se fueron, y el tipo nunca sale de su recinto, ¿Cómo sabe usted que ese tal Séfiro es real?


La primera vez que escuché esta historia se me hizo conocida, creo que había visto historias así en la vida real y luego me di cuenta de que se parece mucho a nosotros como José o Apolíneo y Dios como Séfiro. Ahora pregúntate: ¿Eres José o eres Apolíneo?




4 comentarios:

  1. José por favor. Buen relato, no habia notado tu intencion de hacer tal comparacion al final, solo me preguntaba por qué rayos no mandaba el viejo José a volar a todos ellos..

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    1. Bueno, si José los mandaba a volar la historia hubiera sido de 2 líneas. :)

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  2. Bastante interesante. Te deja pensando mucho esto. Afortunadamente, sí tenemos una gran fortuna con Dios.

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