miércoles, 23 de abril de 2014

Flotando en el aire.

Recuerdo que era una noche de verano, de esas que uno añora con ganas durante el invierno. Estaba con Nadia y mis niños regresando de una reunión familiar. Llegamos a la casa y bajé del auto como ya es costumbre a abrirle la puerta a Nadia, no puedo negarlo, era todo un caballero a pesar del tiempo que habíamos estado juntos Nadia y yo.
Era una bonita noche y corrían las dos de la madrugada; los niños estaban profundamente dormidos. No se les puede pedir mucho a niños tan pequeños y mimados. No pasaban de las 12m y menos sin una dosis de bienaventurado chocolate.
Me acerqué a abrir la puerta pero algo andaba mal. La cerradura había sido forzada y adentro todo estaba muy obscuro. Le dije a Nadia que llame a la policía. Entré a ver qué sucedía y no logre ver a nadie. Revisé en mi habitación, mis pertenecías más valiosas, las joyas de mi esposa y, extrañamente el álbum familiar. Las dos primeras no estaban, se las habían llevado.
Nadia entró y llegó hasta mí. Me dijo que revisaría el baño, le dije que por supuesto que no. Le dije que debíamos salir todos porque podía ser peligroso pero fue muy tarde. Un tipo vino desde la cocina, tomo a Nadia y le apuntó con el arma y mientras todo pasaba aparecía otro tipo de la obscuridad y me apuntó a mí.
Todo salió mal aquella noche, y todo fue mi culpa. Creí poder controlar la situación pero no fue así y recibí un disparo en el abdomen al intentar arrebatarle el arma a uno de esos hombres. Recuerdo estar tirado en el piso y mientras mi vista se nublaba veía cómo aquellos hombres corrían con el botín empujando a Nadia. Me sentí impotente de no poder correr tras ellos y darle lo que se merecían, me sentí impotente de no poder darle tranquilidad a Nadia mientras ella trataba de reanimarme, de despertarme, mientras llamaba a por teléfono a una ambulancia.
Pasaron varios minutos antes de que lleguen las ambulancias pero yo ya no estaba, yo ya me había levantado del suelo y miraba toda la lúgubre escena. Lo comprendí de inmediato, yo estaba a un lado de la habitación y Nadia solo podía ver mi cuerpo que yacía inerte en el frío suelo. Yo solo podía ver como la vida se apartaba de mi cuerpo y daba paso a la muerte fría que solo influye sobre lo físico mas no sobre el alma.
Vi que ella lloraba y mis niños aún seguían dormidos en el auto sin saber que yo había dejado de acompañarlos. Vi que llegaron las ambulancias a mirar mi cuerpo frío y quieto sobre el suelo. Vi que apartaron a Nadia del lugar donde se me escapó la vida de las manos mientras ella miraba sin consuelo cómo los paramédicos trataban de devolverme a mi cuerpo pero no funcionó, yo me quedé ahí, flotando en el aire.
La casa fue vendida y no sé a dónde fue mi familia, los mitos eran ciertos, yo no podía alejarme de mi antigua casa, no podía irme de ahí. A veces suelo ir al parque de al lado de mi hogar y sentarme a ver a los hijos de mis vecinos jugar. A veces suelo regresar e ingresar a mi antigua habitación, justo donde fallecí, y echarme exactamente en el mismo lugar donde mi cuerpo y yo nos separamos a pensar qué hice mal. A pensar por qué cosas como estas suelen suceder. A pensar por qué esto me pasó a mí. 


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